Nuestra sangre es roja, ¿cierto?, ¿o a acaso será cierto aquello de que hay quienes tienen sangre azul? Ciertamente no. Hay diferentes tipos de sangre, sí, pero no se diferencian por el color. Quizá sería más divertido, pero la verdadera razón por la que son diferentes no deja de ser interesante.
Pero para entender por qué hay diferentes tipos de sangre primero hay que entender de qué está compuesto nuestro líquido vital.
Lo componen dos grandes partes, una líquida y otra sólida. El líquido es lo que se conoce como plasma, y está formado por agua, sales y proteínas. Y la porción sólida la componen plaquetas (unas células que se encargan de coagular la sangre cuando te haces una herida), glóbulos blancos y rojos.
Todas las células sanguíneas (los dos tipos de glóbulos y las plaquetas) se forman en la médula ósea.
Estos elementos son comunes a todos los tipos sanguíneos. Por lo tanto, no son las plaquetas, los glóbulos ni el plasma lo que diferencia los tipos de sangre. Debe haber algo más.
Ese “algo más” son pequeños elementos que siempre acompañan a los glóbulos rojos. Se llaman antígenos, y además de los componentes básicos que mencionamos antes, la sangre está compuesta de ellos.
Los antígenos (también llamados marcadores) no son mas que proteínas o azúcares que colaboran en el funcionamiento de los glóbulos rojos. Una de sus tareas principales es transportar moléculas y proteínas dentro y fuera de los glóbulos rojos, aunque también participan en diversas reacciones químicas, y pueden ayudar a mantener la estructura de los glóbulos.
Y no todos contamos con los mismos antígenos. Ahora sí, encontramos lo que hace diferente a nuestra sangre.
Ahora bien, es cierto que todos tenemos diferentes antígenos, pero no son tan únicos como piensas. De hecho existen dos tipos de antígenos (o marcadores) principales, que corresponden con cuatro tipos sanguíneos:
Entonces, lo que determina tu tipo sanguíneo es el hecho de que tu sangre contenga uno u otro antígeno. En el caso de los tipo O, su sangre no tiene marcadores A ni B. Pero esto no es grave, y de hecho este tipo es de los más comunes en el mundo. Incluso se calcula que el 90% de la población en México es del grupo sanguíneo O.
Esta es la explicación básica, aunque hace falta un detalle. Si recuerdas tu propio grupo sanguíneo sabrás que además de lo anterior te señalan si eres Rh positivo o negativo (Rh + / Rh -). Y esto es porque además de los marcadores A y B existe otro llamado “factor Rh.” Como seguro lo imaginaste ya, cuando alguien lo tiene se le clasifica como positivo, y cuando no, como negativo. Esto da un total de 8 tipos sanguíneos (A+, A-, B+, B-, etc.).
La principal razón por la que importa saber tu grupo sanguíneo en la actualidad es para ver si puedes ser donante, y saber qué tipos de sangre podrías recibir en caso de una transfusión. En este caso es de vital importancia conocer el tipo de sangre, pues de recibir un tipo equivocado tu organismo destruiría las células de la sangre recibida, lo que podría resultar fatal. Y esto porque reconocería los antígenos que contiene como peligrosos.
Parece complicado, pero la forma de verificar que dos tipos sanguíneos son compatibles es bastante sencilla. Por ejemplo, si eres grupo B tu organismo producirá anticuerpos que eliminen el antígeno A. Por ello no podrías recibir una transfusión de alguien que sea del grupo A o del AB. Sólo podrías recibir de alguien del grupo B u O (ya sea positivo o negativo).Las excepciones son dos grupos sanguíneos. El grupo O- también se conoce como el de los donadores universales, pues cualquiera podría recibir de estos donadores. Y el de los “receptores universales”, que pueden recibir una transfusión de cualquier grupo sanguíneo.