Las transfusiones directas todavía se practicaban a comienzos del siglo XX porque era imposible conservar la sangre extraída inalterada para su posterior uso. Científicos de Estados Unidos y de Europa, en plena Primera Guerra Mundial, no lograban resolver el problema de la coagulación de la sangre en transfusiones para los millones de heridos, ya que al cabo de pocos minutos (de seis a doce) la sangre que se extraía comenzaba a tornarse en forma gradual en una viscosidad que termina con su casi completa solidificación.
Y es que la coagulación de la sangre se comporta como una defensa del organismo para taponar las heridas y minimizar las hemorragias. Hoy se sabe que un coágulo está casi totalmente formado por eritrocitos sujetos por una red de filamentos de fibrina.
Luego de muchas pruebas de laboratorio in vitro y con animales, Agote encontró que el citrato de sodio (sal derivada del ácido cítrico) evitaba la formación de coágulos. Y la clave radicaba en que esta sustancia también era tolerada y eliminada por el organismo sin causar problemas posteriores.
«Un donante de sangre voluntario es una persona que dona en forma solidaria y desinteresada, sin tener un familiar enfermo o alguien conocido que lo requiera», explicó a Infobae la doctora Gabriela Dabusti, presidente de la Asociación Argentina de Hemoterapia, Inmunohematología y Terapia Celular (AAHITC), que busca transformar este noble acto en una buena costumbre y, así, formar donantes de sangre voluntarios y frecuentes.
En la Argentina, solamente el 1,5% de la población dona sangre, muy por debajo del 8 o 10 por ciento necesario. Es decir que de los 45 millones de habitantes que viven en el país, son donantes de sangre unas 670.000 personas. Según cálculos del Hospital Garrahan, para alcanzar el objetivo de cubrir las necesidades transfusionales, nuestro país debería contar con hasta 2 millones de donantes por año.
«El pueblo argentino es muy solidario y lo ha demostrado muchas veces. Pero se necesitan campañas de educación y concientización sobre la importancia de la donación voluntaria y periódica de sangre. No sirve hacer una campaña y tener mucha sangre un día, porque lo que necesitás es que haya todo el año en forma regular», precisó Dabusti.
Y agregó: «Tenemos que hacernos visibles y promover la donación de sangre en todo el país. Estamos avanzando y gracias al esfuerzo de muchas personas desintresadas y profesionales lo estamos logrando. Hacemos colectas por fuera del hospital en universidades y empresas. Promovemos desde la institución la donación voluntaria y así logramos un camino de crecimiento de cifras de donantes».
La experta recordó que antes se le solicitaba a la persona que debía operarse que juntara donantes. Si una persona sana dona sangre dos veces por año, se cubren las necesidades de todos los pacientes durante todo el año, sin pedirle al enfermo o a sus familiares en medio de una situación angustiante antes de la operación.
En el mundo se realizan anualmente unas 92 millones de donaciones de sangre. Sin embargo, 30 millones de estos donantes voluntarios donan una sola vez y no vuelven a hacerlo. En cada donación se extraen tan solo 450 mililitros, de manera que al tener más donantes de repetición se puede lograr que el suministro y la seguridad de la sangre y sus derivados sean más confiables.
La donación de sangre es un acto anónimo, voluntario y altruista, y siempre se realiza bajo vigilancia de personal calificado. Es muy importante ya que la sangre es una necesidad permanente, no puede fabricarse, no se compra ni se vende y solo se obtiene de personas solidarias que la donen para ayudar a vivir a quienes la necesitan.
La sangre es un recurso importante en todos los tratamientos programados y en las intervenciones urgentes. Permite aumentar la esperanza y la calidad de vida de los pacientes con enfermedades potencialmente mortales y llevar a cabo procedimientos médicos y quirúrgicos complejos. Asimismo, es fundamental para tratar a los heridos durante urgencias de todo tipo (desastres naturales, accidentes, conflictos armados, etc.) y cumple una función esencial en la atención materna y perinatal.